Para entrar en el mundo de Adrián Dorado, presentamos un estracto de una entrevista realizada al autor dónde nos explica su concepción del arte y de su propia obra.
Quisiéramos que nos hablaras un poco de tu obra: en que te inspiras (si es que crees que la inspiración existe), cuál es la teoría con que la sustentas, cuáles son tus métodos de trabajo, tus referentes, etc.
Para comenzar quiero aclararte que por más que me interesan todas las reflexiones que puedan hacerse sobre el proceso creativo y sobre la obra en particular, creo que, el campo intelectual, en sí mismo me sabe a menor. Y mucho más cuando se divorcia de interactuar con la obra; por aquello de: “se pinta lo que no se puede decir, si no se diría y san se acabó, es más rápido ¿no?”
La teoría me parece importante en tanto me da respuestas a la pregunta: ¿Qué es lo que he hecho? o ¿Qué representa de mí esto que hice?, pero lo veo como un fórceps que devalúa cuando se antepone a la praxis preguntando ¿Qué voy a hacer? o Cómo presento esto que pienso?
En el primer caso, calma la angustia frente a la incomprensión del hecho consumado, contiene la incertidumbre del desconocimiento y tranquiliza la manía adquirida en épocas pasadas, cuando el positivismo exacerbaba la racionalidad, dejando huellas profundas, de las cuales, aún no se ha logrado desembarazar el psiquismo contemporáneo.
Precisamente a consecuencia de lo explicitado en el segundo caso, es que hay quienes anteponen la teoría a la obra, resultando, esta última, una pobre ilustración de lo generado por una macrocefalia racional; a mi manera de ver y sentir, relativamente ajena.
Esto no quiere decir que no eche mano del conceptualismo cuando me urge poner en la realidad cotidiana una idea que se impone, apriorística, a la tranquila exploración creativa. Habitualmente es una invitación para alguna protesta.
Entonces hago uso de la condición de impacto e inmediatez de ese mensaje (unívoco), en general de contenido ideológico. Una suerte de obra de barricada o panfleto de la resistencia, llamémosle, que suele ser de una lectura más masiva y menos sutil.
Aunque a decir verdad sostengo que es insoslayablemente político todo lo que un artista realice.
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NO ES MOCO DE PAVO |
De cualquier manera y para terminar de responder una parte de tu pregunta y evitar la caída en el binarismo, quiero destacar que, estando al tope de irradiación (tanto en los aspectos más reflexivos como en el ejercicio de los prácticos) se produce una dialéctica entre ambos donde es difícil precisar la hegemonía de alguno de ellos. La multivocidad evocativa o semántica de la obra, precisamente actúa en un encendido, entrelazando todas las luces de la creación.
Bien. Aclarado esto, nos gustaría que desarrollaras un poco más tu mirada sobre quién es el destinatario de tu obra, si lo hay, y cuales tus expectativas.
Cada una de mis obras (por muy abstractas que ellas aparenten) son, en concreto, una simple presentación. La presentación de una imagen. Espero que poética.
Es cierto que quisiera que el espectador la transforme dentro de su campo imaginario, en una representación de algo, de alguien o de lo que fuera.
Es mi deseo que produzca su propia diégesis, su íntimo relato, que utilice su hermenéutica privada.
Dicho en términos psicoanalíticos, que se proyecte en ella.
Recién entonces, con su tiempo interno y allí, en el espacio ficcional del contemplador, entiendo que se halla la completud de la obra.
Es la dotación de otro contenido, y como tal, siempre múltiple, variable y especular.
Material del otro, el observador, quien le insuflará vida aportando a través de la sensibilidad su quantum de luz, constituyendo una vía para el conocimiento del sí mismo.
Claro que, de ella (la obra) y mientras se va creando, autorrealizando, el primer espectador asombrado soy yo.
De ello no me caben dudas, pues se origina en un “dejar ser” a las formas, colores, líneas, gestos, letras, textos, etc.
No hay objetivo alguno prestablecido como no sea un juego donde se va organizando cierto sentido de conjunto o unidad, dadas las relaciones (asociaciones) que se establezcan entre los elementos participantes y que llega a su punto de detenimiento cuando ya no hay más por “decir”.
Proceso que puede durar unas horas como días enteros o, también, tener que esperar su tiempo madurativo durante meses.
Nunca hay nada sabido de antemano. El arte es una aventura que ocurre.
Mi yo, en general, suele estar ausente.
Regreso a los estados ordinarios de conciencia cuando el periplo está transitado.
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CODEX GIGAS ADRIANUS o LETRARIO |
Acabas de aplicar una terminología un tanto esotérica, podrías ampliarnos un poco más el concepto.
Sí, diciendo primero que no tengo aspiraciones de maestría espiritual alguna ni diálogo con dioses de ningún Olimpo; aunque experimento, naturalmente y sin proponérmelo, un desapego de mi personalidad hasta el punto de saber que accedo a una zona donde la obra se realiza a sí misma y yo (en el caso circunstancial de detener la mirada en mí), me veo como un escriba o traductor de un dictado; vaya a saberse de dónde y de quién viene. Luego todo me excede, tengo la sensación de hallarme en un lugar y un tiempo donde lo habido es la misma creación, no hay escisiones. No hay yo, ni tú, ni él.
Supongo que son niveles en el inconsciente, pero tampoco me preocupa mucho ponerle nombre ni formular grandes especulaciones; sé que, cuando me disuelvo en la creación, son momentos que me producen un gran placer.
Hablas de no ponerle nombre, sin embargo hemos constatado cierto interés tuyo en nominar o titular a cada obra, se nota muy claramente una dedicación especial en ese aspecto.
Es cierto, debe ser una de mis tantas contradicciones.
Mantengo con la palabra un romance también muy gustoso, hasta diría sabroso, ya que de la boca y la oralidad hablamos.
A pesar de que tengo restringida parcialmente el habla, conservo por la poesía un amor muy particular, la practico con cierta asiduidad y me interesa sobremanera nuestra lengua por la riqueza expresiva que tiene.
Es más, me gusta leer sobre gramática y encuentro entre sus figuras muchas analogías con la pintura o el arte visual. Bueno, es que este último también es un lenguaje ¿no?
En lo referido a los títulos o nombres de mis obras visuales, si, también juego con ellos. Suelo ponerle dos o más. Los mimos surgen de las situaciones o voces que me resuenan internamente mientras veo la obra terminada. Escucho alguna y me detengo esperando que las venideras sean disímiles.
La intención es crear polivalencias simultáneas, algunas veces señalando ciertas contradicciones o imposibilidades (oxímoros).
Un poco a la manera de los koans zen, la intención es producir un quiebre en la linealidad del pensamiento lógico.
Abrir las puertas a ese universo tan vasto que es el inconsciente, del cual, dadas sus características, poco y casi nada es lo que sé.
Adrián Dorado
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